DOCUMENTO PREPARATORIO
PARA TRATAR LOS TEMAS DEL PRÓXIMO CAPÍTULO GENERAL
“LA PROFESIÓN DEL FRANCISCANO SEGLAR Y SU SENTIDO DE PERTENENCIA”
Introducción
¿Qué es la Orden Franciscana Seglar? ¿Cuál es su naturaleza eclesial? ¿Quién es, qué hace el franciscano seglar? ¿Cuál es su identidad más profunda y la naturaleza de su pertenencia a la Iglesia y a la Familia Franciscana? ¿Cómo se ubica el franciscano seglar y la Orden en su conjunto de frente al mundo y cuál es su cometido?
Se trata de preguntas importantes que se nos dirigen con frecuencia, aunque surgen también dentro de nosotros, y las respuestas que se den determinan de manera vital la autoafirmación de nuestro “ser” y califican nuestro “obrar”.
De los casi 800 años de existencia, por más de 500 años (hasta 1978 y más allá), la historia de la Orden ha sido caracterizada por una vida “disminuida”, a raíz de una imposibilidad práctica de auto-determinarse y de asumirse responsablemente como Orden.
A la Orden se le había impedido, de hecho, “hacer su historia”, dar su aporte como Orden en su conjunto, para asumir plenamente la providencial tarea que le correspondía, en el contexto de la Familia Franciscana, tal como le había sido confiada a Francisco de Asís por el Crucifijo de San Damián.
Hoy, esta posibilidad se ha convertido en una realidad ¡ y depende en gran parte de nosotros !
La Iglesia, a la luz de las enseñanzas del Concilio Vaticano II, ha reflexionado providencialmente acerca de nuestra existencia y ha querido reconocer a nuestra Orden la unidad y la autonomía en una estructura mundial y centralizada. Nuestra historia ha demostrado cómo estos elementos, ya existentes de manera embrionaria en su origen, fuesen esenciales para realizar plenamente el proyecto confiado por Dios a San Francisco para nosotros, en favor de la Iglesia de todos los tiempos.
Pero, ¿estamos realmente preparados?, ¿En qué medida y de qué manera hemos madurado en nosotros el sentido de pertenencia a una “Orden”?, ¿Cuál es la conciencia real y concreta que los franciscanos seglares tienen de pertenecer a una verdadera Orden, a una Orden que, finalmente después de ocho siglos, tiene una estructura unitaria y centralizada?
“(Francisco) instituyó una verdadera Orden, la de los Terciarios, no vinculada por votos religiosos, como las dos precedentes, sino conformada por la simplicidad de costumbres y por el espíritu de penitencia. De esta manera y felizmente, fue él el primero en concebir y llevar a la práctica, con la ayuda de Dios, lo que ningún fundador de Orden regular había imaginado hasta ese momento: hacer que el tenor de vida religiosa fuese común a todos” (Benedicto XV, Encíclica “Sacra Propediem”, n.5, del 6 de enero de 1921).
“Vosotros sois una Orden: Orden laical, sí, una verdadera Orden. Ordo veri nominis como la llamó Nuestro Predecesor de s. m. Benedicto XV (Sacra propediem, 6 de enero de 1921). No sois, como es obvio, una asamblea de perfectos; pero debéis ser una escuela de perfección cristiana. Sin esta resuelta voluntad no se puede formar parte de una tan elegida y gloriosa milicia” (Pio XII, 1° de julio de 1956, Discurso a los Terciarios en Roma).
“… vosotros sois también una ‘Orden’, como dijo el Papa (Pío XII): ‘Orden laical, sí, una verdadera Orden; y, por lo demás, ya Benedicto XV había hablado de ‘Ordo veri nominis’. Este término antiguo – podemos decir medieval – de ‘Orden’ no significa otra cosa que vuestra estrecha pertenencia a la gran Familia Franciscana. La palabra ‘Orden’ significa la participación en la disciplina y en la austeridad propia de aquella espiritualidad, la cual sin bien en la autonomía propia de vuestra condición laical y seglar, comporta a menudo sacrificios no menores de aquellos que se experimentan en la vida religiosa y sacerdotal” (Juan Pablo II, 14 de junio de 1988, al Capítulo general OFS).
De esta manera, en época reciente, tres Papas de grande espesor y autoridad espiritual han hablado de nuestra Orden Franciscana Seglar!
Somos una Orden, Orden laical, sí, una verdadera Orden, Ordo veri nominis !
Es asombroso cómo a lo largo de los siglos se haya siempre hablado de Orden, incluso cuando la Orden no existía como entidad estructurada y autónoma. A partir de 1471 y hasta 1978, la Orden había vivido en un estado de sustancial inferioridad, de división y sujeción. En la práctica sólo existían Fraternidades locales, que eran simplemente apéndices de las respectivas Órdenes religiosas que las guiaban. Sin embargo, esta conciencia de ser una sola entidad y de obrar de una forma virtualmente unitaria y concorde, no había jamás disminuido ni en la conciencia de los “terciarios”, individualmente, ni en la de la Iglesia.
El anhelo de unidad y autonomía había nacido con el mismo movimiento laical de la penitencia de San Francisco y, para quien conoce la historia de la OFS, es por demás conocido cómo, sin embargo, dichas aspiraciones hayan sido frustradas ya desde el comienzo.
Nosotros, franciscanos seglares de hoy, podemos muy bien decir que somos unos privilegiados, pues somos protagonistas de un momento histórico de una nueva época, en la que se está realizando el sueño de todos nuestros predecesores. Es absolutamente necesario darse cuenta de esto y desempeñar con responsabilidad y sentido de la historia nuestro cometido.
La OFS es todavía una creatura frágil. La Orden se debe consolidar, debe crear ex novo estructuras y modus operandi originales para hacer que la Orden sea capaz de hacer frente a los desafíos que el mundo nos presenta, tanto internamente como externamente, para desenvolver con eficacia su cometido en el tercer milenio de historia cristiana.
Los desafíos son inmensos
Habrá que “inventar”, “crear” un modo de ser y de realizar las gestiones propias de una Orden que tiene sus exigencias, que está compuesta en su mayoría por laicos, plenamente inmersos en las cosas del mundo y en las actividades ordinarias de la familia, del trabajo, de la sociedad.
Deberemos ser capaces de conjugar las exigencias de coordinación y de íntima conexión de todas las partes del cuerpo, sin que por esto la Orden pierda su capacidad de ser, en todas partes, igual y distinta, para expresar el común carisma en las más variadas y múltiples situaciones presentes en cada parte del mundo, con aquella agilidad, capacidad de adaptación e inagotable empuje carismático que, solamente, pueden permitir una verdadera incidencia en el tejido vital del mundo.
Los desafíos se pueden vencer, aunque también se pueden perder y los éxitos no están asegurados.
Estructura centralizada
La estructura centralizada era y es necesaria con la finalidad de permitir que la Orden ocupe su puesto en la Familia Franciscana y en la Iglesia y que sea eficaz la proyección apostólica del carisma franciscano en el mundo seglar.
La Novitas de Francisco tiene connotaciones misioneras, cuyo radio de acción es el mundo entero y dicha misión nos ha sido confirmada, desde siempre, por el mismo Romano Pontífice.
Somos un cuerpo compuesto por más de 430.000 Profesos, que junto a los más de 150.000 religiosos franciscanos debemos llevara adelante en el tiempo y en la historia la misión que el Crucifijo de San Damián confió a San Francisco.
Todo esto se podrá realizar plenamente adquiriendo, viviendo y haciendo crecer en cada uno de nosotros, en cada parte del mundo, un muy profundo Sentido de Pertenencia y una conciencia viva y operante de la Gracia de la Profesión que nos ha hecho Franciscanos, realizando nuestra vocación Bautismal en plenitud y nos ha insertado íntimamente en el cuerpo de la Orden Franciscana Seglar y en la entera Familia Franciscana.
Profesión y Sentido de Pertenencia
Profesión y Sentido de Pertenencia son dos elementos fundamentales e imprescindibles para realizar lo que hemos dicho, y sin los cuales la Orden no existe, no puede existir.
¿ Qué conciencia real tenemos del hecho que la Profesión nos ha constituido en el estado de Profesos, impartiéndonos el carácter franciscano, insertándonos vitalmente e indisolublemente en el cuerpo de la Orden Franciscana Seglar ?
Este sentido de la absoluta corporeidad de la pertenencia ¿ supera los confines de los estados, de los idiomas, de las clases sociales, de las culturas para hacer de nosotros un único cuerpo, invencible, para la difusión del Evangelio y la restauración de la Iglesia en Cristo y la restitución de un mundo redimido a Dios Padre ?
El Capítulo General
El próximo Capítulo general tiene como temas estos dos fundamentales aspectos de nuestra vida.
Es imprescindible que todas las Fraternidades nacionales reflexionen sobre estos dos aspectos, de manera que los excelentes aportes que recibiremos por parte de los Conferenciantes no se apaguen en el silencio y un posible obstáculo que puede significar la falta de preparación de los Capitulares, una vez que los ponentes terminen sus presentaciones.
Los Consejeros Internacionales
Por lo tanto, es esencial que los Consejeros Internacionales vengan al Capítulo bien preparados y cargados de la experiencia, y de la reflexiones que surgirán de los debates que deberán realizarse en cada país, para hacer que esta fundamental reflexión capitular sea un auténtico momento de gracia, un kairós, un latigazo de santidad y de santos propósitos que hagan fuerte y vital nuestra Orden en su conjunto y no tanto como simples individualidades de personas comprometidas.
Por lo tanto, sugerimos que en cada Fraternidad nacional, constituida o emergente, el Consejo Nacional organice momentos de reflexión calificada para abordar estos temas. Las pistas de reflexión son las que ofrecemos en este documento.
Los formadores
Los formadores a todos los niveles se deben comprometer a profundizar con todos los hermanos y hermanas acerca de la naturaleza de la Profesión, sus efectos concretos de incorporación a la Orden, y los efectos de pertenencia que esta incorporación produce.
Los frutos de este trabajo deben ser entregados al Consejero internacional para que el Capítulo pueda, a través de los Conferenciantes y de todos Capitulares, proveer de respuestas, estímulos, aclaraciones, proyectos y compromisos que hagan crecer nuestra Orden y todos nosotros, singularmente y colectivamente, para asumir con plenitud nuestro papel en la Iglesia y en el mundo.
Conclusión
Quedamos a la espera de recibir por parte de todos y cada uno de vosotros un eco a esta carta y que nos hagan conocer las iniciativas que se tomarán en cada Fraternidad nacional, constituida o emergente.
A título puramente indicativo, les ofrecemos, en forma de preguntas, otras posibles pistas de reflexión y de discusión, dejando a todos la plena libertad de realizar este trabajo preparatorio según la propia discreción.
1. ¿En qué medida vuestro ser franciscano seglar es parte esencial de vuestra vida? ¿Vuestra vida de Fraternidad es solamente un encuentro entre tantos otros?
2. ¿Qué cosa podríais hacer para estar más involucrados en la vida íntima de la OFS?
3. La Profesión por su naturaleza es un compromiso permanente. ¿Lo vives de esta manera?
4. ¿Por qué, en tu opinión, la Fraternidad local es tan importante en la vida de la OFS? ¿Cómo evaluarías tu Fraternidad en cuanto lugar que ayuda a realizar lo que la Profesión te exige?
5. La Fraternidad, ¿te ayuda a permanecer fiel a tu Profesión y a darte un sentido de pertenencia ? ¿En qué medida actúas para que esto se realice en los otros hermanos y hermanas de tu Fraternidad?
6. ¿Por qué has querido entrar en la Orden Franciscana Seglar? ¿Cuál es tu aporte a la OFS en la vivencia de tu Profesión y de tu presencia?
7. ¿En qué medida piensas que la nueva Regla haya incidido en los cambios que se han producido en el modo de “sentir” y de “ser” en la Orden?
8. Crees que el sentido de pertenencia que hoy vives, corresponda de manera genuina a lo que la Orden es verdaderamente, a su “naturaleza” y a su misión? ¿O se trata más bien de algo que pertenece al pasado o a una concepción personal de la Orden?
En caso de que tú pienses que no exista un sentido de pertenencia en la Orden que sea satisfactorio, ¿cuáles son, en tu opinión las razones?
1. ¿Falta de formación?
2. ¿Falta de comunicación?
3. ¿Falta de aportes y de un compartir fraterno?
4. ¿Otra?
Extraído de http://www.ciofs.org/circ/gia8es64a.htm acesso em 24 maio 2008.
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